Aurelio Campos (Colmenar de Oreja, 1958) ha bebido de la naturaleza el mensaje entrañable que depara la belleza de la pugna por la vida: los árboles, las plantas, los animales, las aves, los cambios cíclicos de las estaciones y, junto a ello y en ello, todo el proceso vital del hombre que busca, en las huellas ya alejadas de la infancia, las claves poéticas que sugieren un determinado sentir o pensar que a todos nos alienta.