Cerdos amaestrados

Sus relatos cortos son pequeñas obras, a veces maestras, otras tan contradictorias como la sociedad en la que sus personajes viven, pero siempre nos parecen tan originales como sorprendentes.
Sus personajes, provistos de una filosofía para andar por este mundo imprevisible, luchan como si de discípulos de Kant se tratara, con ese convencimiento interno de no aceptar otra autoridad que no sea la propia razón. Y nada es tan definitivamente desesperante, porque tienen, casi siempre, la última palabra, el último gesto por decidir. Y hasta los cerdos amaestrados que descubren la mentira, tienen, en su propia decisión, la realidad de otra forma de vida.